Soledad en el anciano


Elisa García Simón, Ana Mateo Abad, Ana María Sangüesa Lacruz, Alberto López Las Heras, Miguel Sánchez Ortiz, Carmen Oquendo Marmaneu, Marta González Eizaguirre, Raquel García Simón

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La situación de actual pandemia junto con las nuevas medidas de distanciamiento social está dando lugar a que muchos ancianos se encuentren aislados socialmente por miedo a contraer la enfermedad lo que deriva en un sentimiento de soledad.

La soledad es un síndrome geriátrico y se define como los sentimientos asociados a una deficiencia en las relaciones íntimas, o como la discrepancia percibida entre las relaciones sociales deseadas y reales. La importancia de las relaciones sociales es tal que, según la Teoría de las Necesidades Humanas de Abraham Maslow, la necesidad amor y pertenencia (donde se incluyen las relaciones sociales) está situada en tercera posición sólo por detrás de las necesidades fisiológicas y la de seguridad.

Tipos de soledad

La soledad puede ser de dos tipos: emocional, la cual surge de la pérdida o ausencia de un apego emocional cercano (como con un cónyuge, un hijo o un amigo) y social, que ocurre en ausencia de una red social, derivada del contacto poco frecuente con familiares y amigos o la falta de participación en actividades sociales.

¿Dónde se enmarca la soledad en la sociedad?

La soledad es considerada por muchos países un problema de salud pública, que predice una baja calidad de vida entre las poblaciones de mayor edad y problemas en la salud mental y física de los ancianos. Además, la soledad ha sido identificada como un predictor indirecto del suicidio y de la mortalidad en personas mayores a través de vínculos con enfermedades crónicas, situación funcional y salud autoevaluada.
La prevalencia de la soledad es del 45 % sin embargo este dato no es real ya que, debido al estigma existente asociado a la soledad, los ancianos no admiten estar solos y la prevalencia es en realidad mayor que los datos reportados. La principal causa de esta estigmatización es porque su existencia al final de la vida supone para algunas personas reconocer que han fracasado social y/o familiarmente. Las personas mayores son particularmente vulnerables a la soledad debido al edadismo presente en la sociedad, la pérdida de familia y amigos, el deterioro de la salud y la pérdida de roles sociales a través de la jubilación. Cabe destacar que el 6,4% de los ancianos relacionan la soledad con la finitud de la vida.

¿Por qué está influenciada la soledad?

La experiencia de la soledad entre los adultos mayores es multifacética alcanzando su punto álgido los sábados y los días festivos. Además, está influenciada por diversos factores:
• Los atributos sociodemográficos como son género femenino debido a la mayor esperanza de vida, estado civil soltero, edad avanzada (entre 85 y 94 años), ingresos deficientes y bajos niveles de educación.
• Los recursos sociales que se asociaron con la soledad en las personas mayores incluyeron vivir solos, residir en áreas rurales (debido a la migración de los jóvenes a las grandes ciudades) y tener relaciones sociales de baja calidad.
• La ausencia de salud y su deterioro funcional son predictores significativos de soledad en adultos mayores. Los cambios cognitivos, sensoriales y físicos relacionados con la edad, además de los problemas de salud física y mental típicos del envejecimiento dan lugar a una disminución en la capacidad de la comunicación en los ancianos, derivando en una disminución de sus interacciones sociales.

Por último, la consideración de la soledad como un tema tabú hace que resulte muy complicado diagnosticarla, sin embargo resulta de vital importancia disponer de herramientas para identificar a los ancianos en riesgo de soledad o que ya la padecen, para poder abordarla desde una perspectiva biopsicosocial y crear intervenciones apropiadas destinadas a tratarla o prevenirla.

AUTORES:

Elisa García Simón. Enfermera Interna Residente de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Ana Mateo Abad. Enfermera especialista en Geriatría. Hospital San José de Teruel
Ana María Sangüesa Lacruz. Enfermera Interna Residente de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Alberto López Las Heras. Médico Interno Residente de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Miguel Sánchez Ortiz. Médico Interno Residente de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Carmen Oquendo Marmaneu. Médico Interno Residente de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Marta González Eizaguirre. Facultativo especialista de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Raquel García Simón. Facultativo especialista de Ginecología y Obstetricia. Hospital Ernest Lluch de Calatayud.