Traumatismo renal, ¿voy a perder el riñón?


Laura Enguita Arnal, David Corbatón Gomollón, Elena Carceller Tejedor, José Miguel Berné Manero, Araceli Bono Ariño, Marina Álvarez Cortés, Marta Fortún Beleneguer, José Semper Pont y Silvia Miracle Huguet

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El traumatismo de localización renal supone la localización más común de traumatismo a nivel urogenital. En nuestro medio, ocurre con mayor frecuencia en hombres adultos jóvenes y suelen ser traumatismos cerrados, es decir, con integridad de la piel, que se deben a contusiones ocasionadas durante accidentes de tráfico, deportivos…; siendo infrecuentes los traumatismos abiertos producidos por arma blanca o arma de fuego.

La realización de una prueba de imagen como una tomografía computarizada (TC) que incluya el abdomen y la pelvis es necesaria para establecer el diagnóstico de traumatismo renal y poder determinar el grado de la lesión renal que se ha producido, así como para poner de manifiesto si en ese preciso momento existe un sangrado a nivel del órgano renal. Estos dos datos (el grado del traumatismo y la presencia de sangrado) son especialmente importantes porque de ellos dependerá en gran parte el tratamiento posterior.

Las lesiones renales se gradan del I al V, siendo las de grado I las más leves (contusión renal o pequeño hematoma) y las de grado V las más graves (riñón estallado, sección de los vasos sanguíneos principales renales).

A día de hoy, la mayor parte de los traumatismos renales no precisan un tratamiento quirúrgico. La cirugía está indicada de forma directa en lesiones renales de grado V siempre que sean abiertas (arma blanca o arma de fuego) y también en algunas lesiones cerradas de grado V en las que exista compromiso vascular. Independientemente del grado del traumatismo renal, se realizará una operación ante pacientes en los que esté en riesgo su vida debido a una importante pérdida sanguínea, es decir, que están en shock.

Cuando en la TC se evidencia un sangrado, una opción de tratamiento mínimamente invasiva (la preferida hoy en día) es la embolización arterial, que consiste en taponar aquella arteria que se encuentre sangrado. El material de taponamiento se introduce a través de un acceso periférico a nivel femoral. Este procedimiento lo llevan a cabo los radiólogos intervencionistas.

En el resto de los casos de traumatismo renal (la mayoría) se opta por un manejo conservador que consiste en el reposo del paciente, la analgesia para el control del dolor y la realización de analíticas para evaluar la hemoglobina, cuyo descenso puede indicar una hemorragia.

AUTORES

Laura Enguita Arnal, David Corbatón Gomollón, Elena Carceller Tejedor y José Miguel Berné Manero. F.E.A. Urología.

Araceli Bono Ariño. Jefa Servicio Urología.

Marina Álvarez Cortés, Marta Fortún Beleneguer, José Semper Pont y Silvia Miracle Huguet. Médicos Residentes Urología.

Hospital San Jorge. Huesca.