Vivir mejor comiendo bien


Laura Garde Etayo . NA00087 Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de Navarra (Codinna-Nadneo)

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La buena salud viene impresa en nuestro código de barras, estamos condicionados genéticamente. Sin embargo, la alimentación es un factor ambiental que puede adelantar o retrasar, incluso inhibir la aparición de enfermedades heredadas y, al mismo tiempo, asociadas al estilo de vida (hipertensión, hipercolesterolemias, obesidad, etc.).

Hace ya tiempo que hablamos de nutrición personalizada, de que cuando una persona hace dieta por el motivo que sea, no debe hacer cualquier dieta. La dieta del vecino en ningún caso se ha planificado pensando en mí, ni en nadie que yo conozca. Tampoco la generalidad de las recomendaciones dietéticas han sido definidas pensando en un único individuo, como puedo ser yo, o cada uno de los millones de personas que vivimos en el mundo, con nuestra edad y circunstancias tan distintas. Si ya nos ponemos en el caso de personas con patologías o situaciones fisiológicas concretas, o grupos de población de edades diferentes como las personas mayores o los niños, los conceptos cantidad/calidad de alimento/nutriente cambian radicalmente.

En conclusión, diré que la buena salud es algo que se gana día a día, a base de cuidarla a través de hábitos que favorecen la realización adecuada de todas nuestra funciones fisiológicas.

El ejercicio físico que contribuye a mantener el bienestar del sistema músculo esquelético (tono muscular, elasticidad, etc.), también es una herramienta que nos equilibra a nivel mental y emocional.

La alimentación, que convive con nosotros de principio a fin, la podemos convertir en la peor enemiga o en la mejor aliada para nuestra calidad de vida.

La alimentación cotidiana tiene que aportarnos todas las sustancias nutritivas necesarias, y en cantidades suficientes para las funciones energética, plástica y reguladora del organismo, y en estas tres, se resume todo.

Hoy en día, muchos profesionales de la salud se dedican a la investigación sobre cómo afecta la alimentación a la salud, y también, cómo debido a las particulares características de cada persona, se pueden producir diferentes respuestas fisiológicas a la ingesta de determinadas sustancias nutritivas. Es complejo y apasionante conseguir desvelar los “misterios” del organismo, y que la posible solución a muchos problemas de salud y sobre todo, a nivel de prevención, estén al alcance de la mano, como es la elección adecuada de los alimentos.

Claves dietéticas

Es complicado establecer hábitos alimentarios saludables en personas con edad avanzada, que a lo largo de su vida, no han tenido una regularidad. Las enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares, etc., y la medicación crónica que acarrean con frecuencia, no favorecen la motivación que se requiere para cambiar el modo de alimentarse.

Las personas que sí han llevado un orden y un control adecuado en la ingesta de frutas, vegetales, legumbre, pescados y que han mantenido a raya el consumo de alcohol, sal, grasas saturadas y dulces, lo tienen mucho más fácil. Simplemente por inercia, mantendrán su mismo patrón alimentario, aunque sea necesario hace unas mínimas adaptaciones de texturas y/o cantidades. Las claves dietéticas para la alimentación de las personas de edad avanzada son:

  • Alcanzar un consumo de tres raciones diarias de fruta fresca, preferiblemente de temporada y de la zona. Si hay dificultad para comer la fruta en pedazo, es ideal la fruta cocida o asada, o para beber tipo batido de frutas en el que se mezclen distintas clases.
  • Asegurar el aporte de dos raciones diarias de vegetales (comida y cena), una de ellas en crudo. Si no se pueden masticar los vegetales, el gazpacho es una opción a tener en cuenta. El resto de vegetales, en cualquiera de las preparaciones habituales, con preferencia sobre técnicas como el vapor, que mantienen mejor los nutrientes termo-inestables.
  • El pescado azul debe estar presente en el patrón alimentario, 1 o 2 veces a la semana. Los frutos secos como las nueces, a diario, en una cantidad de 3 o 4 unidades.
  • La legumbre, en cualquiera de sus versiones, 2 o 3 veces a la semana, acompañada de verduras.
  • El pan y otros cereales, repartidos a lo largo de día, pero más importantes en cantidad durante la primera mitad del día.
  • El aceite de oliva virgen debe ser el utilizado para aderezar todos los platos, aunque en un consumo moderado.
  • El agua es fundamental para mantener un nivel de hidratación adecuado, pero no debe ser sustituida por otras bebidas. Las infusiones se pueden considerar como parte del agua total ingerida diariamente. Todos esto, teniendo en cuenta la importancia de respetar el valor de las tradiciones gastronómicas, que en casi ningún caso, están reñidas con la salud.