Hiperémesis gravídica


Alexandra Natalia Revnic, Noelia Lázaro Fracassa, Laura Gil Arribas. MIR Obstetricia y Ginecología. Hospital Universitario San Jorge. Huesca.

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Las náuseas, con o sin vómitos, son habituales en las primeras etapas del embarazo, siendo un síntoma bastante frecuente (afectan al 70-85% de las gestantes) pudiendo ser consideradas no patológicas dentro del primer trimestre. Los síntomas suelen iniciarse alrededor de la sexta semana de embarazo, con un pico a las nueve semanas y desaparecen alrededor de las 16 -20 semanas de gestación. Pueden persistir hasta el tercer trimestre en el 15-20% de los casos y un 5% hasta el parto.

La hiperémesis gravídica

La hiperémesis gravídica, afecta al 0,5-2% de las embarazadas, y constituye una de las principales causas de hospitalización durante el primer trimestre de embarazo. Se define como la presencia de náuseas y vómitos severos y persistentes, que conducen a intolerancia a la ingesta liquida y sólida junto a signos físicos y analíticos.

No se conocen las causas específicas de la hiperémesis gravídica, por lo que se considera de origen desconocido. Sin embargo, existen diversas teorías (hormonal, genética y psicológica entre otras) que podrían explicar esta enfermedad, pero lo más probable es que sea de origen multifactorial.

La clínica se caracteriza por nauseas intensas y vómitos persistentes (no necesariamente relacionados con las comidas), intolerancia a la ingesta oral, pérdida de peso, epigastralgia, deshidratación, palidez y sequedad de piel y mucosas.

El diagnóstico es clínico, basándose en la clínica que presenta la paciente y la exploración física. La mayoría de las pacientes no necesitan exploraciones complementarias, no obstante, las más comunes en solicitar son la analítica de sangre, analítica de orina y una ecografía gineco-obstétrica. Hay que tener en cuenta que no se dispone en la analítica sanguínea de un biomarcador que permita diagnosticar la hiperémesis gravídica o anticipar su aparición o grado de severidad en una mujer embarazada. Es importante valorar otras posibles causas del origen de las náuseas y los vómitos, y realizar un correcto diagnóstico diferencial ya que la hiperémesis gravídica es un diagnóstico de exclusión.

Tratamiento

En cuanto al tratamiento, destacan las medidas higiénico-dietéticas: pequeños cambios en la dieta pueden ayudar a mejorar los síntomas.

– Evitar estímulos que desencadenen las náuseas, como olores o alimentos concretos.

– Mantener un adecuado reposo.

– Realiza comidas frecuentes (5-6 al día o cada 2-3 horas) y en cantidades pequeñas.

– Mantener un buen estado de hidratación: tomar pequeñas cantidades de líquido entre las comidas.

– Ingerir alimentos a temperatura ambiente (evitar los alimentos calientes).

– Preferible alimentos suaves, preparados al vapor, hervidos, a la plancha o secos.

– Dieta rica en proteínas y con bajo contenido en grasa. Evitar alimentos caldosos o grasos como los fritos, salsas, rebozados o empanados.

– Aumentar ingesta de carbohidratos fáciles de digerir (arroz, cereales y frutas).

– Reposo después de las comidas al menos una hora, sentada o incorporada.

– En la medida de lo posible, variar la alimentación.

– Evitar: bebidas con gas, alimentos picantes, alcohol, cafeína, ácidos como los zumos de naranja o el tabaco.

Existen tratamientos farmacológicos que ayudan a mejorar los síntomas e incluso en los casos necesarios y de más gravedad se puede realizar un ingreso hospitalario para control, observación, reposición hidroelectrolítica y tratamiento farmacológico intravenoso. Se recomienda los tratamientos de forma escalonada a medida que los síntomas van empeorando.