Cáncer de piel


Academia Española de Dermatología y Venereología

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El cáncer de piel tiene varias caras, su tratamiento y prevención también.

¿Qué tipos de cáncer de piel hay?

Hay muchos tipos de cáncer de piel, pero más del 90% se pueden agrupar en cáncer cutáneo no melanoma y melanoma.
1. Cáncer cutáneo no melanoma: engloba los 2 tipos más frecuentes que se conocen como carcinoma basocelular y carcinoma epidermoide.
Cada tipo de cáncer tiene un pronóstico diferente. A su vez, el cáncer de piel puede ser no invasivo (superficial) o invasivo. Esto viene determinado por la capacidad de llegar a capas más profundas de la piel (más allá de la capa superficial que es la epidermis).
1a. Carcinoma basocelular: es la forma más común de cáncer cutáneo invasivo y, afortunadamente, la menos peligrosa. Se trata de un tumor que suele crecer lentamente, tiene capacidad de invasión local (puede afectar a vasos, nervios, músculo y hueso) pero excepcionalmente se disemina.
1b. Carcinoma epidermoide: en su forma más superficial, que son las queratosis actínicas, es la forma más frecuente de cáncer cutáneo. El carcinoma epidermoide invasivo puede invadir tejidos en profundidad y puede producir metástasis, sobre todo los tumores que tiene una elevedad profundidad, los que se localizan en el labio o en la oreja y los que se desarrollan en pacientes inmunodeprimidos.
2. Melanoma: es el cáncer cutáneo más agresivo pero menos frecuente comparado con los 2 anteriores. Si se diagnostica en fases precoces la curación es superior al 95% pero si el tumor ha crecido en profundidad, entonces existe mayor riesgo de metástasis.

¿Cuáles son los principales factores de riesgo?

El principal factor de riesgo evitable para la mayoría de los cánceres de piel es una sobre exposición a la radiación ultravioleta (ya sea natural-sol- o artificial-cabinas de bronceado-), inapropiada al tipo de piel. Hay factores genéticos que no se pueden modificar, como son el tipo de piel (mayor o menor capacidad para broncearse), tendencia a desarrollar nevus-lunares-, y determinadas mutaciones que predisponen a padecer tumores, aún en ausencia de una exposición solar excesiva.

¿Por qué se produce el cáncer de piel?

Los tumores se desarrollan cuando se rompe el equilibrio que existe entre el daño producido y la capacidad de reparación. Existen diversos mecanismos de defensa, el más visible es el aumento de pigmento (bronceado) tras la exposición. Las personas que se broncean con facilidad tienen una buena maquinaria defensiva, no así las que apenas se broncean, que tienen más riesgo para desarrollar cáncer de piel. A nivel molecular hay una compleja red de vías de reparación en respuesta al daño que se produce en el ADN (genes). Con el paso del tiempo toda esta maquinaria se vuelve menos eficaz; aparte la inmunidad (defensas) también se ve dismunída y por ello el cáncer de piel es más frecuente en mayores de 50 años. No obstante, cada vez se diagnostican más casos en personas jóvenes por los hábitos poco saludables de exposición solar intensa en cortos periodos.

¿Cuál es la incidencia del cáncer cutáneo no melanoma respecto al melanoma?

Para el carcinoma basocelular, debido a su comportamiento indolente, no existen registros específicos. Para el carcinoma epidermoide cutáneo solo existen registros en algunos países pero no se incluyen las formas más superficiales. Se estima que la incidencia en España del cáncer cutáneo no melanoma es 7 veces superior a la del melanoma.

¿A quién suele afectar con más frecuencia?

El cáncer de piel en general, como otros muchos tumores, es más frecuente en personas mayores pero puede afectar a cualquier edad. Es importante que las personas mayores de 50 años, sobre todo si tienen factores de riesgo (historia familiar de cáncer cutáneo, historia de una exposición solar intensa, piel muy clara, múltiples nevos, etc.) acuda al dermatólogo para una revisión de su piel. El desarrollo de lesiones benignas también es más frecuente en personas mayores por lo que la aparición de manchas en personas más jóvenes debe motivar la consulta al dermatólogo, especialmente si presentan los factores de riesgo anteriormente mencionados.

¿Cómo se manifiesta?

El cáncer de la piel se manifiesta de muchas formas, incluso para el mismo tipo de tumor. Puede presentarse como un pequeño bulto, tipo “grano”, que crece lentamente o como un bulto que crece rápidamente. También puede manifestarse como una pequeña herida que no cicatriza o incluso como una mancha rosada que se descama y que recuerda a un eczema. Cuando tiene pigmento (coloración marrón, negra o azulada) es más fácil de reconocer y en estos casos lo primero que hay que descartar es que se trate de un melanoma.
Se insiste con frecuencia en los criterios ABCD para el diagnóstico precoz del tumor maligno que más nos interesa diagnosticar a tiempo, que es el melanoma:
A: asimetría.
B: bordes irregulares.
C: coloración heterogénea.
D: diámetro superior a 6 mm.
No obstante, las formas más agresivas de melanoma no suelen cumplir los criterios ABC ya que suelen ser lesiones regulares y simétricas (nódulos-bultos-), de un color homogéneo (muy pigmentado-negruzco- o sin pigmento-rojizo/rosado-) que crecen progresivamente.
El cáncer de piel puede no dar síntomas (sangrado, picor, dolor) hasta fases muy avanzadas. El hecho de que una lesión no produzca molestias no indica que se trate de algo benigno. Ante una herida que no cicatriza correctamente o una lesión que crece progresivamente, se debe consultar al dermatólogo.

¿Dónde se suele localizar?

El cáncer de piel puede dar la cara en diferentes localizaciones. El melanoma aparece con más frecuencia en el tronco en los hombres (50%)y en las piernas en las mujeres (entre extremidades y tronco, 30%), mientras que el cáncer cutáneo no melanoma se desarrolla con más frecuencia en la zona de la cara y el cuero cabelludo (80%, sobre todo en hombres calvos). Pero también el cáncer de piel puede aparecer en zonas que no están expuestas al sol como detrás de las orejas o en las plantas de los pies.

El cáncer de piel ¿se desarrolla a partir de lesiones benignas?

La mayoría de los tumores malignos no aparecen asociados a lesiones benignas previas. En el caso del melanoma, solo el 20% se asocia con nevos pre-existentes. Algunas lesiones crónicas como cicatrices por quemaduras térmicas, úlceras crónicas de diversas causas (postraumática, por enfermedad inflamatoria, etc.) predisponen al desarrollo de cáncer de piel, pero esto es muy infrecuente.

¿Cómo se diagnostica?

El cáncer de piel se ve, y para un dermatólogo puede resultar bastante sencillo el diagnóstico mediante el examen físico exclusivamente. No obstante, cada vez se diagnostican tumores de menor tamaño gracias a determinadas técnicas como la dermatoscopia, que consiste en un dispositivo con lente de aumento y luz polarizada, el cual permite ver estructuras que no son evidentes a simple vista. En caso de duda se realiza una biopsia que consiste en obtener un pequeño fragmento de piel (3-4 mm) para analizar al microscopio.

¿Cuál es su tratamiento?

El tratamiento de elección para la mayoría de los tumores malignos de piel es la extirpación quirúrgica. Esta resulta curativa en la inmensa mayoría de los casos de cáncer cutáneo no melanoma y de melanoma incipiente. Para lesiones superficiales de cáncer cutáneo no melanoma se pueden emplear otras terapias no quirúgicas que incluyen quimioterápicos tópicos, inmunomoduladores, crioterapia, electrocirugía y terapia fotodinámica, entre otras. La cara más agresiva de muchos tumores ha cambiado actualmente gracias a los nuevos tratamientos disponibles. Aunque lo mejor es realizar un diagnóstico precoz, el cáncer de piel se puede tratar con éxito, incluso en fases avanzadas.