De la telemedicina a la salud digital: la e-salud


Dr. Iñaki García de Gurtubay

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Los medios electrónicos y de telecomunicación han tenido utilidad sanitaria desde su creación. El telégrafo, el teléfono, la radio, la TV, las computadoras, los satélites o Internet, se han utilizado de diferentes formas para llevar asistencia sanitaria a lugares distantes, y en ese contexto se generó el término de Telemedicina.

¿Pero que es la telemedicina?

La evolución de éstas tecnologías y de las telecomunicaciones, han generado nuevos modos de organización y trabajo. Actualmente los sistemas de Telemedicina permiten intervenir en todo el proceso de “atención sanitaria”, desde procedimientos administrativos y de gestión de datos de los pacientes, a servicios de asistencia, de prevención, diagnóstico y tratamiento (Teleconsulta, Telediagnóstico, Telemonitorización, etc.). Además facilitan los procedimientos de investigación, de evaluación y control de la actividad, incluso de formación y educación sanitarias, tanto para usuarios como para profesionales. Por ello el concepto inicial de Telemedicina, ligado a la superación de barreras geográficas, se ha visto superado y en este nuevo escenario, se prefieren utilizar los términos e-Salud (de e- Health), Salud digital ó Telesalud. Actualmente se considera que la e-Salud es una herramienta, una nueva manera de hacer y de organizar la provisión de servicios sanitarios vinculada a la utilización de nuevas tecnologías, y es una alternativa que complementa, mediante soluciones tecnológicas, el modo tradicional de proporcionar dichos servicios.

La e-Salud ya está aquí

La clave del sistema está en la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación. Se maneja, se analiza, se transmite, se intercambia o almacena información de todo tipo, imágenes, documentos, audio, video, datos, órdenes a aparatos etc… La variedad de posibles actuaciones genera entornos de aplicación muy diversos, e implica a personas e instituciones de todo tipo con un amplio abanico de uso. Al igual que en nuestros hogares y centros de trabajo, la avalancha tecnológica ha entrado con fuerza en la estructura sanitaria, y en la actualidad, aunque en algunas áreas esté mas desarrollada que en otras, o su impacto mediático sea mayor, existen una constelación de utilidades de la e-Salud que se están aplicando en prácticamente todas las fases de la atención a los usuarios.

En nuestro ámbito, ya hay de utilidades de e- Salud implantadas con éxito en la práctica médica diaria. Los ejemplos más conocidos son, entre otros, la asistencia domiciliaria (teleasistencia) a personas mayores o grupos vulnerables, o las aplicaciones diagnósticas de teleradiología, telepatología, telecardiología, o teleoftalmologia…, los nuevos quirófanos inteligentes, la robotización y automatización de laboratorios, la monitorización de pacientes hospitalizados, los programas de realidad virtual para entrenamiento de personal sanitario, etc. Otras utilidades también de uso común son las conexiones entre atención primaria y asistencia especializada, el poder acceder a las historias clínicas de pacientes en red (historia informatizada), o la creciente dinámica de “hospitales sin papel” en la que todo se pide, se informa o se envía por medios electrónicos (receta electrónica, volante electrónico, informe electrónico, …). Todos estos procedimientos están permitiendo que en nuestra comunidad se pueda acceder con inmediatez y desde diversas ubicaciones a estos servicios, que complementan y aportan un plus evidente con respecto a lo que ya había.

Aspectos por resolver

Aunque los procedimientos anteriores ya han demostrado que funcionan y que son útiles, globalmente considerados hay aspectos relacionados con la e-Salud que todavía constituyen una incertidumbre, y dificultan su integración y asentamiento práctico en los procedimientos habituales de las organizaciones sanitarias. El vertiginoso desarrollo de la tecnología, hace que en ocasiones mientras se estudian y se prueban ciertos sistemas, se queden obsoletos antes de empezar a funcionar, o que su “vida útil” se prevea como demasiado corta como para que merezca la pena implantarlos. Otras prácticas, precisarían unos requerimientos técnicos o de recursos tan elevados para su puesta en marcha, que no son asumibles. Los procedimientos de e-Salud deben evaluarse, comparándolos con respecto a las prácticas tradicionales. No todo lo técnicamente posible resulta necesario, y en ocasiones no añaden nada nuevo a la estructura sanitaria que ya existe. Otro problema es la ausencia de estándares comunes en tecnología, ó en protocolos de transmisión, o en estandarización de datos médicos, que hace difícil la integración entre tecnología y procesos sanitarios. Hay casi tantos sistemas como fabricantes, lo que complica la interconexión de aparatos, o la compatibilidad de utilidades. Ello genera una fragmentación del mercado con altos costes de implantación, y el florecimiento de aplicaciones diferentes, por lo que es una práctica habitual que cada hospital, comunidad autónoma, país, o continente, busque soluciones particulares. Existen también numerosos interrogantes sobre diferentes aspectos legales relacionados con la seguridad, intimidad y confidencialidad, de los datos a los que se puede acceder con estas prácticas.

Como en el resto de nuestra área, los organismos implicados de nuestro País están promoviendo y regulando estas acciones, recogiendo opiniones de profesionales y expertos para apuntando las líneas estratégicas de desarrollo futuro de la e-Salud. En ámbitos universitarios se están creando departamentos y cátedras de telemedicina. Aun así parece que la realidad del día a día va por delante de estas iniciativas, y la locomotora tecnológica habitualmente supera la capacidad de reacción de las estructuras e instituciones implicadas.

El futuro inmediato debe pasar por una profunda organización y planificación global, en la que gobiernos y organismos, por una parte, regulen directrices de normalización y estandarización de aspectos técnicos y funcionales, y por otra, gestionen eficientemente el uso de las Tecnologías en Sanidad, para introducir solo las que respondan a necesidades reales ó cubran carencias del sistema. Solo así podremos explotar todo el potencial que las prácticas de la e-Salud nos ofrecen.

Como bien concluían recientemente en una reunión de expertos, “…la e-Salud está aquí para quedarse…”