Asistimos en las últimas 4 décadas a un incremento de los casos de sobrepeso, obesidad y diabetes que no se explica únicamente con los cambios dietéticos y de hábitos de vida de la población. Al mismo tiempo se está observando un incremento en los diagnósticos de cánceres hormonodependientes como el de mama, endometrio, ovario, testículo, próstata y tiroides en humanos y alteraciones en múltiples especies animales.
Existen factores externos que nos están afectando a nosotros y a todas las especies del planeta, y los disruptores endocrinos están en el punto de mira.
La prevención de los riesgos para la salud y el medio ambiente por la exposición a disruptores endocrinos (EDC) supone un auténtico reto. Los métodos tradicionales de evaluación de riegos de las sustancias químicas incorporados a la normativa vigente no son válidos para proteger a la población y al medio ambiente frente a estas sustancias debido a sus particulares características toxicológicas.
Por ello es necesario utilizar un nuevo paradigma, aplicar el principio de precaución y adoptar medidas urgentes.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
Los disruptores endocrinos (EDC) o neuroendocrinos son sustancias químicas, artificiales o naturales que por su pequeño tamaño tienen efectos hormonales en casi todos los seres vivos (ya sean similares en estructura a las hormonas o no). Capaces de alterar el equilibrio hormonal y la regulación del desarrollo embrionario y por tanto, con capacidad de provocar efectos adversos sobre la salud de un organismo o de su progenie.
Inicialmente se creía que se trataba sólo de efectos estrogénicos (hormonas femeninas) y que actuaban sobre el sistema reproductor, pero actualmente se sabe que afectan a todos los tipos de hormonas, tanto sexuales (estrógenos, andrógenos y progestagenos) como tiroideas, corticoideas, hipotalámicas, hipofisarias, sobre receptores de neurotransmisores como la serotonina, noradrenalina, dopamina y las células del sistema inmunitario. La mayoría de los disruptores endocrinos funcionan a dosis muy pequeñas como las hormonas. Sus efectos pueden ser de activar (agonistas) o bloquear (antagonistas) la acción de las hormonas, ya sea de una o varias a la vez. También aumentar su síntesis o su metabolismo.
Mecanismos y modos de acción
• Mimetizar la acción de las hormonas, por ejemplo, los que actúan como estrógenos se denominan estrógenos ambientales, entre estos se encuentran el DDT, algunos PCBs y muchos fitoestrógenos, compuestos químicos no esteroideos, que se encuentran en los vegetales pero son similares a los estrógenos humano.
• Antagonizar la acción de las hormonas, por ejemplo los antiestrógenos como algunos PCB o PCBS, como el fungicida vinclozina.
• Alterar su patrón de síntesis y metabolismo, como el PBDE-99 (retardante de llama) que altera la síntesis de la hormona tiroidea (TH).
• Modular los niveles de los receptores correspondientes, como el bisfenol A que interfiere en el receptor estrogénico.
Una misma sustancia disruptora endocrina puede actuar mediante más de un modo de acción
Los EDC se consideran “sustancias camaleónicas” ya que una misma sustancia EDC tiene diferentes modos de actuación según la concentración a la que se encuentre. El efecto adverso causado puede variar dependiendo del momento de la exposición así como del equilibrio hormonal de la persona expuesta, que como hemos visto depende de la edad y sexo entre otros factores.
Exposición a través de los alimentos
Se considera que los alimentos son la principal fuente de exposición a COP y a algunos metales de la población general. Algunos estudios nos proporcionan datos de la exposición a algunos EDC a través de los alimentos en España. Todos los alimentos presentan residuos de EDC, aunque el grupo más contaminado, con diferencia, es el pescado y el marisco. También las grasas y aceites, los productos lácteos y cárnicos presentan concentraciones elevadas, debido al carácter lipofílico de muchos de los EDC orgánicos que favorecen su acumulación en las grasas. La ingesta estimada de contaminantes según el estudio) estaría dentro de los niveles de seguridad establecidos para cada sustancia en el caso de los adultos. Los niños, sin embargo, superan los niveles de seguridad en la ingesta de dioxinas y de bifenilos policlorados. A la hora de valorar los riesgos de la ingesta de estos contaminantes, hay que tener en cuenta que los niveles de seguridad se han establecido para efectos diferentes a la disrupción endocrina. Como hemos visto en apartados anteriores, los EDC pueden alterar el sistema endocrino a dosis muy bajas. Tampoco la valoración de la ingesta tiene en cuenta el efecto combinado de la ingesta de decenas de contaminantes EDC diferentes.