La violencia está en la sociedad, es parte consustancial al hombre. Para vivir en la selva social, todos necesitamos una dosis mínima y controlada de agresividad, de violencia. Son armas que nos protegen en la selva. Esa dosis nos hace marcar nuestra propia libertad personal, y ciertos límites que necesitamos como si marcáramos nuestro territorio personal y psicológico, tanto en nuestro trabajo, como en nuestro entorno.
Los medios de comunicación solo alimentan la violencia que existe “en esa selva social”. La Televisión, la prensa, la radio, el cine simplemente son el reflejo de qué es lo que quiere la sociedad y que demanda, sí es cierto que estos medios de comunicación por su técnica al alcance de todos, nos iguala, nos tecnifica en la forma y en la técnica de cómo empleemos la violencia. Desgraciadamente el delito se cometería igual con o sin medios de comunicación. Todos recordamos el famoso periódico “El Caso”-en otras épocas-, donde la televisión que había no llegaba a casi nadie. Podemos tener una mejor televisión, una mejor prensa, vale; pero la violencia no la enseñan ellos, está en nuestra vida, es moneda común a todos los seres humanos.
La violencia, nos guste o no, es un comportamiento que seduce, que nos cautiva, que nos impacta y nos atrae y nos da miedo, y más atractivo que el miedo no existe. Esto no quiere decir que todos seamos tan violentos que lleguemos a matar, no; pero todos necesitamos un nivel de violencia y agresividad, necesarios y con control para hacer frente a muchas situaciones de la vida diaria.
La sociedad es mejor
Los factores genéticos por supuesto que determinan comportamientos agresivos, constitutivos o estructurales físicos, pero son los educativos los que más nos modelan y nos inclinan sin querer hacia una agresividad “no controlada” y si a eso le añades la ocasión: La ocasión “hace al ladrón”. Así y todo y sin embargo, la sociedad es cada día mejor…; pensemos años atrás, siglos atrás…, y nos daremos cuenta la evolución que hemos llevado. Los valores humanos y sociales-culturales van cambiando, aunque nos parezca mentira a mejor. La sociedad es mucho mejor que en la Edad Media, que en el Renacimiento, que en siglo de las luces…: “Antes de guillotinar a una mujer que era virgen, había que violarla antes para cumplir con el precepto de no poder matar a una mujer virgen”, es un ejemplo de crueldad y violencia que la historia y la cultura va mejorando. El loco era alguien que estaba satanizado, hoy hemos cambiado el concepto de locura por un trastorno de comportamiento, ya no están ingresados en los psiquiátricos…; viven entre nosotros y con el tratamiento específico se integran y los respetamos y aceptamos.
La sociedad, aunque nos parezca mentira, ha dado un vuelco grande, aunque jamás estaremos tranquilos mientras una mujer, sea de la raza que sea muera a manos de su compañero… Sin embargo, nos guste o no, siempre hemos vivido con violencia, y mientras el mundo sea mundo seguiremos en esa tónica.
Cambios en la escala de valores
Necesitamos poder controlar los ataques de violencia. La familia ha cambiado, ¡y mucho!, hemos cambiado de escala de valores, lo que antes nos servía a nosotros, hoy no sirve a nuestros hijos y a nuestros jóvenes, o no hemos sabido transmitirlos como debíamos para que ellos los abrazaran como dones de valor indiscutible… Han cambiado las formas, nuestros hijos utilizan otras –algunos dicen ninguna- , pero creo que son otras, distintas pero otras. La información de la prensa, de la noticia no tiene ni espacio, ni razas, ni culturas, ni políticas que las enmascaren, llegan al segundo, en tiempo real a nuestras manos y nos asustamos y nos encogemos de miedo, de terror y sacamos una conclusión falsa: ¿Qué está pasando, el hombre es peor que antes? No, es diferente y en general mucho mejor que antes.
¡Todo esto no significa que no debamos mejorar y que no se pueda llegar a puntos de conexión conjunta y reformadora, pero es un hecho que la sociedad neoliberal en la que nos encontramos en las primicias del siglo veintiuno, nos está haciendo una sociedad cada vez menos solidaria, más global, sin interesarse por las minorías y las poblaciones desprotegidas y esto aun nos genera más agresividad, competitividad y más individualismo entre todos.
Individualismo, competitividad y hedonismo
Algunas razones podemos analizar con cierta sencillez, pero que son complejas y difíciles que resumir en estas páginas que nos marca la propia revista: “El individualismo, que es una cualidad inherente al modelo socioeconómico y que se opone a la comunidad de intereses y de responsabilidades podría ser una causa de esa agresividad que parece que avanza. Este individualismo que es contrario a la solidaridad como bien común.
La competitividad, motor de la economía neoliberal y del medro social, y valor contrapuesto al ejercicio de la asistencia y ayuda al desarrollo del menesteroso. Cuánto nos cuesta aceptar al diferente, al emigrante, al de distinta etnia, y al que comulga con otras ideas… Nos dan miedo, es una competencia, en la que por esa competitividad, no nos sentimos seguros y nos embargan pensamientos de rechazo, de huída, agresivos, a veces violentos y los tratamos de justificar con entresijos de todo orden y racionalmente.
El hedonismo, la necesidad en la vida de buscar como primer objetivo el placer en sus infinitas manifestaciones, que no deja de ser otra forma de individualismo refinado y nos hace valorar lo inmediato, el premio fácil, sin esfuerzo y sin constancia ni disciplina en las cosas del día a día. Hemos instaurado sin darnos cuenta la cultura del mínimo esfuerzo, no vale la pena sacrificarse, se vive un día y hay que vivirlo a tope y bien, a pesar del daño que me puedo hacer con los paraísos artificiales, que es una forma de placer que me agrede más de la cuenta.
Son tres patas importantes en nuestra sociedad cambiante, a veces compleja y llena de dudas…; pero es mucho mejor que las sociedades en las que nuestros congéneres han vivido en otras épocas. Lo importante sería plantear sistemas educativos y sanitarios que refuercen valores que son universales: La honradez, la perseverancia, la sinceridad, la solidaridad, el sacrificio y el ayudar a los demás, por lo menos al más débil, al distinto, al que sufre… Este sería un complejo esquema para caminar sobre terrenos firmes en la formación de cada uno de nosotros desde la familia, la escuela, la salud y la sociedad.