Prevención de las úlceras por presión


Asun Merino Peralta. Enfermera del Complejo Hospitalario de Navarra

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Las úlceras por presión (UPP), popularmente conocidas como escaras o llagas, son lesiones en la piel producidas, por lo general, sobre una prominencia ósea como resultado de una presión mantenida durante mucho tiempo, o presión en combinación con la fricción, produciendo roce o arrastre.

Entre el 3 y el 12% de los pacientes hospitalizados sufren UPP, aunque estas cifras alcanzan hasta el 40% en enfermos de alto riesgo y aún mayor en ancianos en situación de inmovilidad. Según el estudio de investigación de UPP las localizaciones anatómicas donde aparecen con mayor frecuencia este tipo de heridas son: glúteos, sacro, cadera, tobillos y  talones.

Se pueden presentar en cualquier tipo de pacientes, pero existen grupos de mayor riesgo como son los enfermos de edad avanzada, los pacientes con alteraciones motoras, aquellos en estado de inconsciencia y los que presentan lesiones en la médula espinal.

¿Cómo se forman las UPP?

En personas encamadas las fuerzas de presión ejercidas durante mucho tiempo en una misma parte del cuerpo ocasionan un colapso vascular interrumpiéndose el flujo sanguíneo y provocando inflamación en el tejido celular subcutáneo primero y luego en la superficie de la piel. Si no se toman medidas adecuadas la lesión sigue evolucionando en profundidad y en extensión. La clasificación de las UPP suele realizarse en función de la profundidad de afectación de los tejidos, así encontramos el llamado estadío 1 si observamos eritema y enrojecimiento de la epidermis hasta el estadío 4 cuando la destrucción es extensa y profunda, llegando a lesionar el músculo, hueso o tendones.

¿Cuáles son los factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de las UPP?

Hay una serie de situaciones o factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar estas úlceras y derivan principalmente de la situación fisiopatológica del paciente. Los principales son:

Trastornos vasculares. Insuficiencia arterial. Trastornos cardiopulmonares. Hipotensión.

Deficiencia nutricional. Por exceso o por defecto: delgadez, obesidad, anemia. hipoproteinemia, deshidratación.

Trastornos inmunológicos: cáncer, infección.

Alteraciones del estado de conciencia: coma, confusión.

Déficit motor: Lesiones medulares, ICTUS, fracturas o lesiones óseas.

Incontinencia urinaria y fecal.

Pérdida sensorial. Inmovilidad.

Tratamiento de radioterapia, quimioterapia.

Pacientes inmóviles o que no pueden sentarse en silla de ruedas o levantarse de la cama por sí mismos.

Edad. Los ancianos son más propensos a sufrir alteraciones de la piel ya que el contenido de elastina (proteína de la piel) en los tejidos blandos disminuye, lo cual transfiere la carga mecánica del cuerpo a las células y fluidos intersticiales, y en el momento de generarse una presión, puede romperse la membrana celular.

Factor psicológico. La depresión disminuye el grado de actividad y los mecanismos inmunológicos de defensa.

Las úlceras por presión no cicatrizan si las causas que las han originado no son tratadas eficazmente. Los estudios indican que la desnutrición representa un factor importante de riesgo ya que una situación nutricional deficiente, produce un retraso o imposibilidad de la cicatrización de las lesiones y favorece la aparición de nuevas. En ocasiones será necesario consultar con un especialista en nutrición para asegurar una correcta alimentación y planificar un apoyo o suplemento nutricional.

Es esencial una actuación temprana:

Identificando a las personas con riesgo que necesiten medidas de prevención.

Protegiendo la piel.

Protegiendo contra las fuerzas de presión, fricción y de cizalla.

¿Cuáles son las principales recomendaciones para prevenir las UPP?

1. Cuidar la piel en el caso de las personas que deban permanecer en la cama:

Examinar la piel diariamente desde la cabeza hasta los pies todos los días. Se prestará una especial atención a las zonas vulnerables, como son las prominencias óseas (talones, codos etc.) buscando enrojecimiento, erosiones o ampollas que puedan alertarnos de un principio de úlcera.

Cambios posturales cada 2-3 horas durante el día y cada 4 horas por la noche o con más frecuencia si el riesgo es elevado y la persona no se puede mover o levantar.

Utilizar almohadas o cojines para evitar el roce entre las prominencias óseas.

Emplear dispositivos para aliviar completamente la presión en puntos de apoyo como los talones y los pies.

Utilizar preferentemente lencería y sábanas de tejido natural como el algodón.

No emplear rodetes, aros etc. NO UTILIZAR flotadores para sentar al paciente.

2. Favorecer que la piel esté íntegra y sana:

Si no hay contraindicación asegurar la adecuada ingesta de líquidos.

Para el aseo y la higiene de la piel evitar el agua muy caliente y utilizar jabones y lociones con pH neutro.

Hidratar la piel aplicando cremas y productos no agresivos, lubricantes.

NO UTILIZAR sobre la piel ningún tipo de alcoholes o colonias ni talcos.

Utilizar almohadillas protectoras.

3. Proteger la piel de la humedad excesiva y de la incontinencia:

Limpiar delicadamente la piel cuando se ensucie. Evitar los masajes y la fricción durante los cuidados.

Evitar la exposición de la piel a una humedad excesiva. Utilizar compresas absorbentes, gasas o pañales para adultos. Cambiar las compresas y la ropa de cama siempre que estén mojadas.

Utilizar cremas barrera a base de óxido de Zinc que bloqueen la humedad.

Si una zona húmeda de la piel presenta una irritación, consultar con la enfermera para que haga una valoración y establezca un tratamiento adecuado.

4. Utilizar materiales y dispositivos especiales para la prevención de las UPP:

En ocasiones, los cambios posturales no bastan por sí solos para alcanzar este propósito por lo que se deben utilizar superficies adecuadas para el manejo de la presión:

Colchones de presión alterna. Para personas de riesgo alto. Reemplazan al colchón habitual de las camas para pacientes. Son superficies dinámicas que se hinchan y deshinchan mediante un motor de aire. Su interior está  provisto de unas celdas o tubos que se llenan y vacían de aire en ciclos de 7 a 20 minutos. Cuando la celda está vacía se produce una presión mínima de contacto entre el cuerpo del paciente y la superficie de apoyo. De este modo se consigue en ciclos alternos el alivio de la presión que el enfermo lograría de modo natural si pudiera moverse.

Colchones o colchonetas estáticos de aire para pacientes de bajo riesgo.

Aplicación de ácidos grasos hiperoxigenados. Son productos compuestos por ácidos grasos esenciales que han sido sometidos a un proceso de hiperoxigenación. Fundamentalmente aumentan la resistencia de la piel y la protegen frente al rozamiento.

Es importante tener en cuenta que las principales complicaciones de las úlceras por presión son la infección y el dolor. Todo esto hace que afecten negativamente a la calidad de vida de los pacientes y de su familia. Además aumenta el riesgo de presentar otras complicaciones asociadas por lo que la PREVENCIÓN de estas heridas es un objetivo fundamental en la atención y cuidados de los pacientes encamados y de alto riesgo.