Terapia versus medicación: ¿Terapia o medicación?


Dr. Garrido-Landívar, El . Doctor Psicólogo. Especialista sanitario en Psicología de la salud

Print Friendly, PDF & Email
Una cosas tenemos todos muy claro, desde hace muchos años: La salud mental se ha disparado, y en tiempos de crisis aun se palpa más y se exagera mucho más. Los problemas de los trastornos del ánimo abundan “que es una barbaridad”. Estos trastornos resumiendo son, ansiedad y episodios depresivos leves. Por supuesto que con ellos podemos “tirar de la cuerda” y nos encontramos con fobias de todo tipo, neurosis habituales y psicosomatizaciones, que nos engañan y creemos que son síntomas físicos, y solo son sensaciones físicas sin causa orgánica aparente.

Dentro de unos años, serán los trastornos del ánimo, la primera causa de discapacidad tanto laboral como afectivo-personal. Esto es tan cierto como que existe la gripe todos los inviernos y muchas primaveras. Para la gripe tenemos una vacuna, que se está haciendo clásica y para los trastornos del ánimo no tenemos más que un popurrí de fármacos desconexionados, cualquiera prescribe lo que cree, nadie integra nada, y el paciente al final no mejora, y aquello que era leve, se puede convertir en crónico por una mala gestión sanitaria. Pero, esto es así, y nadie pone remedio. Los centros de salud están abarrotados, dan cita para dentro de tres meses, y el sanitario de cabecera llega a donde llega con una enorme buena fe… Toda la literatura actual, moderna, seria, con estudios bien contrastados dicen que los tratamientos farmacológicos resultan insatisfactorios, no son completos, son efectivos solo en la mitad de los casos, y no eliminan cierta patología residual que se mantiene en el tiempo. A mí con un gran sentimiento de humildad y honradez, no me inclino para nada a farmacología sí, farmacología no. Nada es radial y total, todo tiene sus ventajas e inconvenientes si somos prudentes, cultos, y nos importa el paciente un poco más de lo que realmente ocurre. La medicación en su justa medida, acorde al diagnóstico –porque muchas veces se da sin diagnóstico previo, y otras con un diagnóstico primero, no se le prescribe lo debido- (¿); y sobre todo se ha de tender un tratamiento monofarmacológico, sobre todo en casos débiles. Es muy triste constatar, no es una excepción, que vengan a la consulta con cinco fármacos, dos de ellos iguales, porque nadie integra el cuadro del paciente, ni al paciente… ¡Cada uno va por libre y hace lo que puede!

Terapia cognitivo-conductual

Estoy convencido que la medicación, por muchos años de experiencia interdisciplinar, es buena si se hace bien, pero sobre todo si se lleva una terapia cognitivo-conductual al mismo tiempo, que tiene evidencia científica, es eficaz y a la larga más económica. No supone riesgo para la salud y no tiene efectos secundarios. Esto solo ya tendría que bastarnos, y sin embargo no es así. Seguimos pensando que una terapia es un lujo, y no nos la podemos permitir… ¡A la larga es más efectiva y económica de lo que podemos pensar! La medicación actúa mejor y más directamente con la terapia, estamos hablando en general, pero específicamente en trastornos leves del estado de ánimo: Ansiedad y depresión. Incluso sin medicación funciona bien la terapia. Los últimos estudios que he leído y reflexionado, dicen cuatro ventajas de la terapia congitivo-conductual (TCC): Tiene el paciente una mayor adherencia al tratamiento, quiere decir que el paciente se implica más y no lo abandona tan fácilmente, como ocurre con la medicación (A la primera toma, no noto nada, o pido nueva medicación o ya no la tomo). Disminuye el riesgo de recaídas, muchas menos numéricamente que con la medicación; eleva la tasa de recuperación, es decir mejoran antes, en menos tiempo y con más efectividad y por último, la terapia evita la cronificación. Todas las guías actuales sobre salud mental, recomiendan el tratamiento psicológico o terapia cognitivo conductual (NICE, APA…), lo recomiendan por encima del tratamiento farmacológico. Así y todo, creo que bien prescrito un ansiolítico ayuda a que la terapia T.C.C. mejore, se afiance y confíe el paciente aunque a veces le sirva de placebo, no importa; importa que se sienta bien y que sepa que está haciendo lo mejor para su evolución y salud. Cuando hablamos de casos severos -sigo con el estudio que me ha sugerido esta reflexión-, se recomienda el uso de psicofármacos, pero siempre con prudencia, acordes al diagnóstico, no más de uno, y siguiendo y apoyando al paciente, en combinación con terapia TCC. Además, que muchas veces lo olvidamos; advirtiendo al paciente del cómo se puede evolucionar, la información de objetivos, efectos secundarios, garantías, riesgos…y, costes si es privado. Cinco mil psicólogos de la salud o especialistas en clínica, están rotando en Inglaterra en Atención Primaria y la evaluación es eficiencia, eficacia, satisfacción del paciente y más económico, a la larga. La conclusión es fácil sacarla: Tenemos que cambiar la ideología, los laboratorios, el enfoque y necesitamos más terapeutas preparados para elaborar más terapias eficaces sin tantos medicamentos que se hacen inútiles en un gran porcentaje de cuadros y pacientes.