Se han hecho numerosas encuestas entre la población para intentar saber qué es lo que entendemos por tercera edad y así, las personas entre 20 y 30 años consideran que se entra en la tercera edad a partir de los 62 años, pero si preguntamos a los que tienen entre 30 y 40 esta edad se eleva ya a los 71 y si hacemos la misma pregunta a los mayores de 50 años colocan la barrera a partir de los 77. Por otra parte, la especialidad de Geriatría en los países donde existe, marca el límite en los 75 años.
Hoy en día en nuestros hospitales, ninguna especialidad quirúrgica y tampoco Neurocirugía, se plantea que los pacientes entre 60 y 75 años tengan que llevar un protocolo diferente al resto de los pacientes de menor edad; el problema se plantea a partir de los 75 años cuando ya las personas acumulan problemas médicos (diabetes, hipertensión, artrosis…), problemas sociales (soledad), tratamientos con distintas medicaciones, etc; es lo que podemos llamar la “cuarta edad”.
El país donde se vive también es importante, ya que hay culturas como la de Japón, donde llegar a la cuarta edad es un gran honor y estas personas están muy bien tratadas y cuidadas. No obstante, en culturas occidentales muy desarrolladas como la nuestra, las personas mayores son consideradas una carga social y a veces son tratadas como tales.
Por otro lado, el impresionante aumento de la esperanza de vida en España ha hecho que la atención a estas personas no solo sea un problema médico, sino también social, humano y financiero.
Pero hablando del problema estrictamente médico y sobre todo estrictamente del problema neuroquirúrgico, especialidad que trata generalmente patología muy importante, ¿cuáles son los criterios que seguimos para indicar o no una intervención quirúrgica? ¿Es la edad una barrera insalvable para indicar una intervención? La respuesta es tajante, NO; es más, hay muchas patologías en Neurocirugía que son propias de personas mayores, como hidrocefalias o hematomas subdurales que causan un gran deterioro de la calidad de vida y que pueden mejorar con una pequeña intervención quirúrgica.
Por otro lado, los grandes avances técnicos han hecho que las intervenciones sean cada vez menos agresivas y más pequeñas y muchas veces sin incisiones quirúrgicas utilizando vías naturales. Asimismo, el gran avance de la anestesia han disminuido (si no eliminado), las complicaciones intraoperatorias y a esto hay que añadir el desarrollo de la especialidad de Cuidados Intensivos con UCI’s altamente equipadas que hacen que el postoperatorio (uno de los momentos más críticos del tratamiento quirúrgico), esté perfectamente controlado y reduciendo al mínimo las complicaciones.
Entonces ¿en qué nos basamos en Neurocirugía para indicar o no una intervención en la cuarta edad?
En el paciente. Su calidad de vida y su estado general (enfermedades que puedan complicar el proceso, medicaciones que toma, etc.).
El tipo de patología. Hay patologías que disminuyen drásticamente la calidad de vida y que pueden ser solucionadas con pequeñas intervenciones; hay otras patologías de evolución muy lenta y cuya capacidad de dañar al paciente supera a la esperanza de vida de éste y hay otras muy agresivas que necesitan de tratamientos complementarios muy agresivos que quizá el paciente no esté en condiciones de resistirlos.
No olvidemos el entorno social. Muchas veces estos pacientes de la cuarta edad necesitan cuidados y apoyo tras una intervención quirúrgica; desgraciadamente en este mundo tan desarrollado hay muchísimos ancianos que no cuentan con este soporte tan necesario.
Resumiendo, en nuestra especialidad el pertenecer a la cuarta edad no es una contraindicación quirúrgica aunque un conocimiento profundo del paciente y su entorno y una valoración cuidadosa del riesgo/beneficio es vital a la hora de indicar una intervención quirúrgica.