Todos conocemos algún familiar, amiga o compañero de trabajo que alguna vez se ha roto una muñeca, una vértebra o, lo que es más grave, una cadera. No pocas veces detrás de esta fractura se esconde una osteoporosis. De hecho, la osteoporosis no tendría importancia ninguna si no fuera porque su presencia aumenta el riesgo de tener una fractura.
Precisamente así se define la osteoporosis, como una enfermedad esquelética que predispone a un mayor riesgo de fracturas.
Ha sido llamada la epidemia silenciosa, porque no manifiesta síntomas hasta que la pérdida de hueso es tan importante que aparece la fractura, y esto ocurre habitualmente muchos años después de la menopausia. Aparece también en hombres (un hombre por cada 3 mujeres), y con menor frecuencia en mujeres premenopáusicas o incluso niños y adolescentes.
Las fracturas más típicas de la osteoporosis son las de columna y cadera. Las fracturas de cadera suelen aparecer más tarde que las vertebrales, generalmente en mayores de 70 años. Se ha progresado mucho en el tratamiento de la fractura de cadera, pero hay que seguir considerándola como un acontecimiento grave de la vida, ya que además del dolor y la incapacidad que produce, causa también un incremento de la mortalidad por la propia fractura.
¿Me tengo que hacer una densitometría?
Detectar a tiempo la osteoporosis y tratarla para evitar estas consecuencias es de primordial importancia. Para ello su médico le realizará una entrevista para valorar la presencia o no de factores de riesgo de padecer osteoporosis o sufrir una fractura. Son los llamados factores de riesgo clínicos, y no requieren de ninguna radiografía, análisis ni otras pruebas. Muchos médicos utilizan tablas o escalas de riesgo que combinan todos los factores presentes en una persona para darnos su perfil de riesgo. La escala FRAX es la más utilizada.
Los factores de riesgo más importantes son la edad (a mayor edad más riesgo de fractura), haber tenido ya una fractura por osteoporosis, la menopausia precoz o los antecedentes familiares. Otros factores a tener en cuenta son el tabaquismo, el consumo de alcohol, así como enfermedades o tratamientos que disminuyen la masa ósea.
De acuerdo con el resultado de esta evaluación su médico puede solicitarle una densitometría. Una vez valorado el riesgo, si es muy bajo, la densitometría puede no ser necesaria. Si el riesgo es moderado o alto la densitometría ayudará mucho en el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Cuando hablamos de densitometría hay que tener en cuenta que hay diferentes tipos, como la de talón por ultrasonidos, o la que mide el hueso en la mano, la tibia o la muñeca. La más útil es la que mide la columna vertebral y la cadera. Es este tipo de densitometría el que se utiliza en nuestro hospital Miguel Servet.
Si una densitometría es normal no es necesario repetirla al menos en 5 ó 10 años. No es útil, práctico ni necesario la realización anual de la prueba. En pacientes ya diagnosticados de osteoporosis se pueden realizar controles con densitometría cada 2 o 3 años, si bien en algunos casos puede bastar con análisis de sangre.
Tengo osteoporosis en la densitometría. ¿Qué debo hacer?
El diagnóstico de osteoporosis por densitometría no conlleva de manera automática un tratamiento. El riesgo de fractura es lo realmente importante y lo que se debe de tratar.
Cuando hay una osteoporosis en la densitometría por lo general se prescribe tratamiento farmacológico, pero no siempre.
Hay bastantes casos que se salen de la norma general. Una mujer menor de 65 años de edad sin otros factores de riesgo no tiene un riesgo de fractura importante aunque tenga osteoporosis en la densitometría, y por lo tanto su médico puede decidir no tratarla. Al contrario, aunque no haya osteoporosis en la densitometría, si el valor de la densidad mineral ósea (el “calcio en los huesos”) es bajo, pero no llega a osteoporosis, y hay varios factores de riesgo añadidos, el riesgo de fractura de un hueso puede ser alto y requerir tratamiento.
¿Qué tratamiento y cuánto tiempo?
En primer lugar son siempre aconsejables medidas generales, que son parte importante del tratamiento. Estas medidas incluyen seguir hábitos y estilos de vida saludables, con una dieta rica en calcio, libre de tabaco o alcohol, realizar ejercicio de manera regular, y tomar medidas para evitar las caída. A más caídas más riesgo de fractura. Prestar atención a alfombras con las que se puede tropezar, suelos mojados o deslizantes. Caminar con bastón si es preciso ayuda a la estabilidad, así como tener la vista bien graduada.
Si no basta con las medidas generales y su médico ha decidido ponerle tratamiento farmacológico para la osteoporosis, éste tiene que ser prolongado, ya que es una enfermedad crónica. Hoy disponemos de fármacos muy eficaces que disminuyen el riesgo de fractura, aunque pueden tener problemas a largo plazo.
Los más utilizados, el tratamiento estándar, son los bisfosfonatos. Son esas pastillas que hay que tomar una vez a la semana en ayunas y estar de pie o paseando durante 30 o 60 minutos. Con esta medicación lo recomendado es llevarla durante 5 años. Al cabo de 5 años hay que reconsiderar el tratamiento y tomar la decisión de suspenderlo o bien continuar con él, si es riesgo de fractura es alto.
La suspensión del tratamiento será temporal, lo que se llaman “vacaciones terapéuticas”, y hay que seguir a la paciente por si es necesario volver a tomarlo más adelante.
La teriparatida es un fármaco muy potente y es el único capaz de formar hueso nuevo. Es una inyección subcutánea diaria, con una duración de 24 meses. No puede utilizarse durante más tiempo en ningún caso.
El fármaco más reciente para el tratamiento de osteoporosis es el denosumab. Se pone una inyección cada 6 meses, y puede mantenerse el tratamiento con seguridad hasta unos 10 años al menos.
Los riesgos del tratamiento
No hay ningún tratamiento que esté libre de riesgos o efectos secundarios. Salvo el que tampoco tiene efectos primarios, como la homeopatía. El riesgo de cualquier tratamiento además aumenta con su uso prolongado, como en la osteoporosis. Lo que hay que considerar siempre es si el beneficio supera al riesgo.
Por ejemplo, ha dejado de usarse para el tratamiento de la osteoporosis el tratamiento hormonal sustitutivo. Este es un tratamiento muy eficaz para la osteoporosis pero con riesgos que lo hacen desaconsejable. No hay un balance favorable riesgo-beneficio.
Otro caso es el de los bisfosfonatos. La osteonecrosis de mandíbula es una complicación muy rara en pacientes tratados con bisfosfonatos para la osteoporosis. Es posible que nuestro dentista nos alerte sobre los riesgos de estos tratamientos. Para su prevención es deseable realizar las intervenciones dentales que se precisen antes de iniciar el tratamiento, si es posible. Si no es posible los protocolos o normas de actuación permiten la realización de implantes dentales u otras intervenciones en los 3 primeros años de tratamiento.
En pacientes que llevan más de 3 años en tratamiento de osteoporosis hay que sopesar el riesgo y el beneficio. Si el riesgo de fractura es alto puede realizar el tratamiento dental mientras sigue el tratamiento de osteoporosis.
Nuestro reto es conseguir tratamientos individualizados para cada paciente, que sean seguros y eficaces, para que un familiar, amigo o conocido no se rompa un hueso cuando se puede evitar.