El sol y sus efectos en la piel


Maider Pretel Irazabal . Dermatólogo Colaborador Clínico. Departamento de Dermatología. Clínica Universidad de Navarra. Pamplona

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La radiación solar terrestre está compuesta por distintos tipos de radiaciones: infrarroja, visible y ultravioleta. La radiación ultravioleta se compone de tres tipos de radiaciones: UVA (responsable del bronceado, fotoenvejecimiento y cáncer de piel), UVB (provoca quemaduras solares y cáncer de piel) y UVC (letal para los seres vivos, no llega a la Tierra al ser filtrada por la capa de ozono).

Se sabe que una ligera exposición solar es beneficiosa ya que favorece la síntesis de vitamina D y la absorción del calcio, tiene acción antidepresiva y mejora ciertas enfermedades cutáneas como la psoriasis.

Sin embargo, tomar el sol en exceso provoca efectos nocivos en la piel tanto de forma aguda (quemadura solar), como de forma crónica (envejecimiento de la piel y cáncer cutáneo). Básicamente son dos las causas que pueden determinar la aparición de estos tumores: la radiación solar (la más importante) y la genética.

El incremento de la exposición solar observado en la población en los últimos años, se atribuye a factores socioculturales (creencia de que la piel bronceada es más bonita), factores demográficos (mayor esperanza de vida) y factores ambientales (disminución de la capa de ozono).

En el ser humano, el tipo de cáncer más frecuente es el de piel. Dentro de los tumores de la piel, se distinguen dos tipos: el melanoma y el cáncer de piel no-melanoma (carcinoma basocelular y carcinoma espinocelular). El cáncer de piel no-melanoma suele tener buen pronóstico, ya que aunque crece y puede destruir los tejidos vecinos, raramente da metástasis y se cura con cirugía. El melanoma, aunque en fases iniciales puede ser curable, es un tumor muy agresivo que puede dar metástasis y causar la muerte, por lo que un diagnóstico precoz es esencial.

Distintos fototipos cutáneos

La piel posee un mecanismo de defensa para protegernos ante la agresión solar, el bronceado. En ciertas personas, como individuos de piel clara, este mecanismo puede ser insuficiente y producirse daño solar.

En función de la cantidad de melanina ( pigmento que protege a la piel frente al sol) se distinguen distintos fototipos cutáneos:

Fototipo I: piel muy clara. Rubios o pelirrojos. Quemaduras muy intensas. No se broncean.
Fototipo II: piel clara. Rubios o pelirrojos. Quemaduras intensas. No se broncean.
Fototipo III: piel clara. Castaños. Quemaduras ocasionalmente. Se broncean.
Fototipo IV: piel oscura. Morenos. Quemaduras raramente. Bronceado intenso.

El objetivo de la fotoprotección es prevenir el daño en nuestra piel provocado por la exposición a la radiación solar. La intensidad esta radiación varía, por lo que el grado de protección que debemos usar cambiará también. La intensidad de radiación solar depende de varios factores como la latitud (mayor cuanto más cerca del ecuador), altura sobre el nivel del mar (mayor cuanto más alto), época del año (mayor en verano), hora del día (mayor entre las 12h-16h), presencia de nubes y del espesor de la capa de ozono.

Existen varios métodos para reducir el impacto del sol en nuestra piel, siendo el más eficaz su protección mediante el uso de ropa y sombreros. El grado de protección de la ropa depende de factores como el tipo de tejido, grosor del mismo (mayor protección cuanto más grueso) y color (mayor protección cuanto más oscuro). La capacidad de protección de los sombreros depende del material del mismo y de la anchura del ala.

En cuanto a los ojos se sabe que también sufren los efectos dañinos del sol, observándose una mayor incidencia de trastornos oculares como cataratas. Por lo tanto, el uso de gafas de sol es indispensable al exponernos al sol. La protección que ofrecen las gafas se correlaciona con la oscuridad y el color de la lente. Por otra parte, la sombra, tanto natural como fabricada (sombrillas) reduce la radiación solar directa pero no la indirecta reflejada por la arena. Por lo tanto, protegerse bajo una sombrilla no garantiza una protección totalmente eficaz frente al sol.

Los filtros solares son productos tópicos que contienen sustancias con capacidad de absorber, reflejar o dispersar la radiación solar (UVA y UVB) evitando su penetración en la piel. El objetivo de su uso es prevenir las quemaduras solares, disminuir el riesgo de cáncer cutáneo y de envejecimiento prematuro cutáneo y aminorar el riesgo de aparición de enfermedades provocadas por el sol.

Existen básicamente dos tipos de filtros solares: físicos y químicos. Los químicos son incoloros y cosméticamente más aceptables. Sin embargo, producen un mayor número de reacciones alérgicas, por lo que deben evitarse en niños y personas con piel sensible (dermatitis atópica). Los filtros físicos tienen una peor cosmética (se extienden mal y dejan un residuo blanquecino), pero son menos alergénicos y se recomiendan en niños y personas con piel sensible.

Grado de protección frente a UVB

El factor de protección es un índice numérico que mide el grado de protección frente a UVB. Indica el número de veces que habría aumentar el tiempo de exposición solar de la piel con fotoprotector para que se produzca la misma quemadura que aparecería sin este. Esto es, una persona que se quema al cabo de 15 minutos de exponerse al sol, si se aplica un filtro de índice 15 tardará 225 minutos en quemarse. No obstante, este índice es una medición de laboratorio y se realiza con una cantidad muy grande de producto (normalmente nos aplicamos un tercio o un cuarto). Por lo tanto, el índice real de fotoprotección es del órden de unas 3-4 veces menor de lo que indica el envase.

El factor de protección a usar depende del tipo de piel (fototipo), lugar donde vayamos a exponernos al sol y duración de la exposición. A título orientativo se aportan los datos del tiempo que tardan en quemarse con la primera exposición solar los distintos tipos de piel en junio, en la costa levantina, sin fotoprotector solar:

Fototipo II: 10 minutos (m)
Fototipo III: 15 m
Fototipo IV: 20 m

Por ejemplo, si una persona con fototipo II se expone 5 horas al sol (tarda 10 minutos en quemarse sin filtro solar), necesitará un factor de 30, aplicándolo en las cantidades que recomienda el fabricante. Debemos tener en cuenta que nadie se aplica una cantidad tan grande, por lo que en la práctica necesitará un factor mayor.

Por último, hay que señalar que un buen fotoprotector debe cubrir frente UVB y UVA, ser aplicado en cantidad abundante, 30 minutos antes de exponerse al sol y reaplicarse cada 2 horas.

En resumen, para minimizar el daño solar en la piel se recomienda seguir una serie de consejos:

  • Usar filtros solares con alto índice de protección tanto en la piel como en los labios
  • Usar la cantidad adecuada, repetiendo la aplicación frecuentemente • Usar sombreros y gafas de sol
  • Evitar las horas con mayor irradiación solar (12h-16h)
  • No aplicar filtros solares en niños menores de 6 meses: protegerlos con ropa
  • Usar filtros fisicos en alérgicos o personas con dermatitis atópica
  • No usar un filtro para aumentar el tiempo de exposición solar
  • Ante una lesión cutánea (mancha, bulto, herida) que no desaparezca, crezca o de síntomas (picor, sangrado,…) consultar al Dermatologo.