Aunque no es común, un número importante de mujeres tiene que sufrir una intervención quirúrgica estando embarazadas. Solamente en EEUU, unas 75000 mujeres al año sufren una intervención quirúrgica en esta situación. Una pequeña parte de ellas serán intervenciones neuroquirúrgicas.
La primera pregunta que se hacen es: ¿qué riesgos tiene la intervención quirúrgica para la madre y el feto? ¿Es realmente necesario hacerla o puede esperar?
La cirugía durante el embarazo por supuesto que presenta unos riesgos añadidos tanto para la madre como para el feto, pero es difícil describirlos; todo dependerá del estado general de la madre y del tiempo de gestación, siendo por lo general, más segura a partir del segundo trimestre.
Por eso es necesario una gran comunicación y coordinación con los Servicio de Obstetricia y Ginecología con Neurocirugía en este caso y sobre todo, con Anestesia, cuyo papel es vital en este tipo de situaciones debido a los importantes cambios fisiológicos, inmunológicos, hormonales, aumento de la presión abdominal, aumento de la presión intracraneal, aumento de la hipercoagulación así como los problemas inherentes a la anestesia para el feto. Los principales problemas son las restricciones anestésicas y la obtención de imágenes, aunque los grandes avances en todos los campos como la introducción de la resonancia magnética evitando las complicaciones de la radiación, ha hecho que cada vez sean menos agresivas este tipo de cirugías.
Afortunadamente las intervenciones quirúrgicas urgentes son raras, aunque hay que estar siempre preparado para ellas. También complicaciones médico-legales por supuestos daños al bebé, complican la toma de decisiones en estos supuestos.
Neurocirugía y embarazo
En Neurocirugía y haciendo un breve resumen, se pueden dar los siguientes supuestos:
• Accidentes traumáticos. Cualquier lesión que amenace la vida de la madre, como por ejemplo hematomas epidurales y/o subdurales, serán indicación urgente de intervención quirúrgica sea cual fuere el momento de la gestación, aunque por supuesto se tomarán todas las medidas necesarias para minimizar el riesgo. No obstante, si la amenaza no es vital, se intentará esperar hasta después del parto.
• Tumores cerebrales. Como norma general, los tumores benignos tipo meningioma, neurinoma, adenoma, podrán esperar a después del parto, operándose tan solo los tumores malignos o las apoplejías hipofisarias que amenazan la vista de la paciente. No obstante, es difícil hacer un protocolo único y no hay que olvidar que los cambios hormonales que ocurren en el embarazo, pueden hacer que los tumores benignos como los antes nombrados sean estimulados y aumente su tamaño, obligando a veces a tomar decisiones quirúrgicas urgentes. A pesar de ello y siempre que se pueda, se intentará esperar a después del parto.
• Hemorragia subaracnoidea por aneurismas o MAV. Aquí a pesar del riesgo, la indicación quirúrgica temprana es mandataria, ya que el riesgo de resangrado es mucho mayor en las embarazadas. La utilización de técnicas menos agresivas como la embolización, tan de moda hoy en día, no están tan indicadas debido al aumento de la radiación.
• Hidrocefalia. Caso aparte son las pacientes con derivaciones ventrículo-peritoneales, en las cuales el aumento de la presión intraabdominal puede llegar a hacer disfuncional la válvula y obligar a tomar decisiones quirúrgicas.
Resumen
Aunque la cirugía durante el embarazo tiene más riesgos que la estándar, derivados de las condiciones fisiológicas de la madre y la posibilidad de dañar al feto, hay veces que no hay más remedio que tomar dicha decisión. Una buena coordinación entre Obstetras, Cirujanos y Anestesistas, unida a los avances técnicos del momento, hace que la morbilidad y mortalidad haya disminuido claramente. Vuelvo a repetir que siempre que sea posible se intentará posponer la intervención quirúrgica hasta después del parto. Una información exhaustiva tanto a la madre como a su entorno de las posibilidades y riesgos harán que se eviten también complicaciones médico-legales.