Problemas reumáticos durante el embarazo


Dr. Ricardo A. Gutiérrez Polo

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Los trastornos reumáticos pueden presentarse a cualquier edad y en cualquier momento de la vida, tanto en hombres como en mujeres. También, claro, durante el embarazo y puerperio. Además, algunas de estas dolencias tienen sus particularidades en este estado. En ciertas enfermedades reumáticas, especialmente las inflamatorias autoinmunes, la influencia hormonal derivada de este periodo gestante puede jugar un papel importante en su generación, desencadenamiento o reagudización.

Otras veces, la influencia es beneficiosa, y la sintomatología puede mejorar. El feto, igualmente, puede verse afectado por algunos de estos procesos o por su tratamiento, de ahí que se considere un embarazo de alto riesgo, precisando una preparación, vigilancia y seguimiento especiales y, llegado el caso, un tratamiento apropiado.

El embarazo provoca cambios, la mayoría de los cuales vuelven a la normalidad tras el parto. Algunos pueden malinterpretarse como patológicos. Por tanto, es importante conocerlos para interpretar ciertos síntomas que manifiesta la gestante. El hecho de que algunas dolencias sean frecuentes en este estado no significa que no requieran evaluación médica. La mayoría de las veces se intentará dar indicaciones preventivas y terapéuticas que no impliquen la prescripción de fármacos, que generalmente se evitan en este período.

Trastornos de carácter mecánico

Entre las dolencias más comunes se encuentran los trastornos reumáticos de carácter mecánico, especialmente los dolores de espalda. Son variables en su intensidad a lo largo del embarazo, más frecuentes conforme avanza el mismo, debido al aumento de peso que supone el feto, y las modificaciones posturales y de actividad física en la mujer. A veces, el dolor se irradia a una o ambas piernas, la conocida ciática, no siempre debido a la presencia de una hernia discal lumbar. También puede ocasionalmente aparecer dolor a nivel de la sínfisis del pubis, en la parte baja del abdomen y anterior de la pelvis, y otras veces en la región sacroiliaca, en la parte posterior de la pelvis y región glútea, al aumentar la tensión en dicho nivel, pudiendo ser más acentuado durante el parto. Pueden ambas lesiones dejar una huella radiológica en forma de esclerosis ósea reactiva en las zonas correspondientes, que debe diferenciarse de otros procesos inflamatorios e infecciosos con los que se puede confundir.

Otros trastornos son la osteonecrosis de cabeza femoral, sobre todo en el tercer trimestre. Otra presentación puede ser osteoporosis regional transitoria. Se caracteriza por dolor en la región inguinal, pudiendo ocasionar claudicación de la marcha. Se atribuye a un compromiso del riego vascular de la cabeza femoral por compresión del útero aumentado de tamaño. Otras posibles causas son alteraciones lipídicas, con embolismo secundario, por las modificaciones hormonales, y quizá la toma previa de anovulatorios.

Otro problema infrecuente es la osteoporosis idiopática asociada al embarazo, no exenta de cierta controversia. Durante el embarazo se puede producir cierta pérdida de hueso, insignificante y recuperable tras el parto en una mujer sana, pero quizá determinante en mujeres que poseen una masa ósea baja previamente, por las características de su metabolismo óseo, de modo que pueden sufrir una descalcificación del hueso esponjoso con aplastamientos vertebrales, casi inmediatamente tras el parto o en los últimos meses del embarazo, cursando con dolor dorso-lumbar e incluso disminución de la talla. La mejor medida preventiva es una dieta sana y equilibrada, una actividad física adecuada y regular, y suplementos suficientes de calcio y vitamina D por vía oral durante el embarazo y la lactancia. Esto es aún más primordial en gestantes adolescentes, cuyo esqueleto está aún en proceso de desarrollo.

Síndrome del túnel carpiano

También es común en el síndrome del túnel carpiano, que se atribuye al edema o retención de líquidos mayor de lo habitual, que termina comprometiendo al nervio mediano a su paso por la región palmar de la muñeca, con hormigueo o adormecimiento y sensación de hinchazón en los dedos de las manos, más a la noche o a las mañanas. Por compromiso del nervio fémoro-cutáneo a su salida por el ligamento inguinal se puede producir la llamada meralgia parestésica, con descargas o acorchamiento en la cara anterolateral del muslo.

Comentario aparte merece la influencia recíproca, unas veces para bien y otras para mal, entre el embarazo y un grupo de enfermedades que afectan especialmente a las mujeres, incluso a edades jóvenes, las conocidas como conectivopatías (artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, síndrome antifosfolípido, síndrome de Sjögren, esclerodermia y miositis) y también ciertas vasculitis sistémicas (Enfermedad de Wegener, Behçet, Takayasu y otras). Son debidas a trastornos inmunitarios y originan inflamación orgánica o sistémica. Pueden cursar con clínica variable y diversa, a veces generalizada, más allá de las articulaciones, o de forma asintomática, manifestando únicamente alteraciones analíticas, como es la presencia de autoanticuerpos. Algunos de ellos de por sí pueden entrañar riesgos potenciales, tanto para la madre como para el feto, como son los abortos o pérdidas fetales y las trombosis arteriales o venosas por anticuerpos antifosfolípido, o el bloqueo cardiaco congénito y el lupus neonatal por anticuerpos anti-Ro y anti-La.

Lo más conveniente es planificar el embarazo si la mujer ya está diagnosticada, y que éste se produzca tras controlar la actividad de la enfermedad varios meses antes, a ser posible con terapias que no estén contraindicadas durante el mismo. Luego requiere una vigilancia estrecha, tanto por el reumatólogo como el ginecólogo, anticipándose a las complicaciones que puedan presentarse durante el embarazo, puerperio y lactancia.

Muy importante es la acción potencialmente adversa de los fármacos empleados en estas enfermedades, especialmente sobre la fertilidad y el feto. Algunos están contraindicados (ciclofosfamida, metotrexato, leflunomida, micofenolato, rituximab), otros se usan si son muy necesarios (ciclosporina, azatioprina, sulfasalacina, inmunoglobulinas). Los corticoides, antinflamatorios (salvo en el 3º trimestre) y antipalúdicos se pueden emplear, siempre con precaución y con una indicación clara. El analgésico más empleado en este estado es el paracetamol, a la dosis menor posible.

Una vida saludable y activa es la mejor receta para prevenir muchas de estas dolencias.