La lumbalgia


Díaz J, García Romero JC, Vázquez A, Zazpe I, Azcona J, Ortega R, Carballares I, Zabalo G, Portillo E . Servicio de Neurocirugía, Complejo Hospitalario de Navarra

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Llamamos lumbalgia a cualquier dolor de la zona inferior de la espalda. Puede estar causada por una amplia variedad de patologías, en su inmensa mayoría benignas. En este capítulo nos vamos a referir a la lumbalgia mecánica causada por patología degenerativa de la columna lumbar.

Pequeña reseña anatómica

La Columna lumbar está formada por 5 vértebras lumbares. La primera se articula con la última dorsal (D12) y la quinta (L5) con la primera sacra (S1) que es parte del sacro.

Las vértebras tienen una parte anterior maciza denominada cuerpo vertebral y un arco óseo posterior. Al unirse las distintas vértebras estas estructuras dejan un canal óseo que aloja la médula y los nervios raquídeos a su salida de esta.

Entre cada dos cuerpos vertebrales existen unas estructuras especializadas, los discos intervertebrales. Están formados por un fibrocartílago, firme aunque con cierta elasticidad, que alberga en su interior el llamado núcleo pulposo, más blando. Esto le proporciona la capacidad de amortiguar las distintas fuerzas que se producen sobre la columna vertebral (al cargar peso, con los diferentes movimientos, etc.) a la vez que permite la motilidad de los distintos segmentos de la columna.

En su parte posterior las vértebras están unidas también por pequeñas articulaciones diseñadas para permitir un determinado rango de movimiento dependiendo de la región de la columna en la que nos encontremos (no todas las partes de nuestro raquis pueden moverse con la misma amplitud). Además, estas articulaciones soportan también una parte de las cargas que se ciernen sobre las vértebras.

Por último, este conjunto de estructuras óseas están unidas por numerosos ligamentos y músculos contribuyendo todos a que la columna haga correctamente su trabajo que es sujetar la estructura humana.

Como podemos ver la columna vertebral es, en conjunto, una estructura especializada de nuestro cuerpo focalizada a servir de soporte al cuerpo humano, aguantando las cargas a las que la sometemos, a la par que nos permite una amplia gama de movimientos. Es bastante diferente a la del resto de animales vertebrados, debido principalmente al hecho que somos los únicos que caminamos erguidos sobre dos piernas, lo que hace que sobrecarguemos mucho más los discos y articulaciones.

Aparición de la lumbalgia

Inicialmente la marcha erguida, junto con otros procesos de la vida (actividad física, hábitos posturales, algunos tóxicos como el tabaco, movimientos vibratorios aplicados de forma continua a la columna…) hacen que los discos pierdan esa elasticidad, trabajen peor y duelan. Por otro lado, al no cumplir con su misión las otras estructuras que intervienen en la estabilidad de la columna como las articulaciones, ligamentos y la musculatura, tienen que aumentar su rendimiento. Esto provoca que las primeras se hipertrofien, lesionando unos pequeños nervios y produciendo dolor lumbar. También los músculos se contraen en exceso y duelen. Todo ello conduce a la aparición de lumbalgia.

Pero no debemos asustarnos, es la evolución natural del ser humano, como tener arrugas en la frente a cierta edad o el pelo blanco. El cuerpo tiene mecanismos compensatorios a base de modificar la curvatura, crear osteofitos, etc. que fijan las vértebras y acaban mejorando el cuadro a cambio de un envejecimiento natural. Más del 90% de las personas padecen de lumbalgia en mayor o menor grado en algún momento de su vida.

Tratamiento

Pero tampoco es cuestión de resignarse. Algo se podrá hacer para que estos episodios sean más llevaderos en la vida cotidiana. El principal tratamiento comienza realmente antes del inicio de la lumbalgia. Consiste en la profilaxis y en aplicar medidas de higiene postural. Estas tienen como misión evitar la sobrecarga excesiva de esos discos y articulaciones. Además de recomendar mantener un peso adecuado y una musculatura dorsal, lumbar y abdominal potente se recomienda:

  • Durante el sueño: Colchón firme pero lo suficientemente mullido para adaptarse a la curvatura de la columna, dormir boca arriba o de lado. Debe evitarse levantarse de frente con las piernas estiradas, es mejor girar hacia un lado y apoyarse con las manos al hacerlo.
  • Al sentarse: Silla altas y con respaldo, apoyar los pies en el suelo y encajar bien el cuerpo contra el respaldo.
  • Al permanecer de pie: Evitar los tacones. Utilizar suela de tamaño intermedio y si es posible tener un pie más alto que otro (apoyado en un escalón, por ejemplo)
  • Al realizar tareas domésticas: Utilizar los instrumentos de limpieza largos que nos permitan trabajar sin mantener una postura en flexión de la columna. No colocar los enseres pesados en la parte alta de los estantes y utilizar a ser posible un carro de compras. Caso de llevar el peso en bolsas, que esté equilibrado entre ambos brazos.
  • Al inclinarse: Intentar flexionar las rodillas o apoyar las manos en un mueble o en la pared. Una de las posturas más nocivas es mantener una flexión continua cargando pesos: hacer camas, coger niños, etc.

Para una descripción más detallada de estas medidas remitimos al lector a la siguiente página web del Gobierno de Navarra: (http:// blog.saludnavarra.es/tratemos-las-lesionesde- columna-con-prevencion-ii/).

Si a pesar de todo aparece la lumbalgia:

  • Se recomienda evitar cargar con pesos, así como los movimientos bruscos de la columna lumbar. Lo indicado es mantener un reposo relativo, es decir evitar las actividades físicas que condicionen un sobreesfuerzo durante el episodio agudo de dolor (por ejemplo aquellos deportes que practiquemos habitualmente) y restringir la actividad física al paseo diario por ejemplo. Sin embargo está contraindicado mantener el reposo absoluto en cama. Está comprobado que suele aumentar el tiempo de recuperación y además puede provocar la aparición de otros problemas como la trombosis venosa profunda en EEII, que son potencialmente más peligrosos.
  • Calor local.
  • Si no mejora consultar con su Médico de Atención Primaria que pondrá tratamiento según su criterio, generalmente con analgésicos y antiinflamatorios.
  • Si continúan las molestias, será nuestro médico quien decidirá si tenemos que visitar a un especialista, generalmente un médico rehabilitador que intentará aliviarnos con los medios a su alcance.
  • Prácticamente nunca está indicado en esta patología el tratamiento quirúrgico, pero en algunas ocasiones se pueden realizar tratamientos un poco mas agresivos como las infiltraciones articulares (tratando de anestesiar los nervios que causan dolor) o algo un poco mas duradero como la Rizolisis, intentando lesionar dichos nervios con agujas térmicas.
  • No agobiarnos: la inmensa mayoría de los cuadro de lumbalgia se deben a cambios degenerativos como los que hemos expuesto. Sólo debemos acudir inicialmente a nuestro médico en los raros casos en los que la lumbalgia se acompañe de fiebre, pérdida de peso, sintomatología neurológica (pérdida de fuerza, incontinencia urinaria, etc), aquellos casos que siguen a un traumatismo lumbar o aquellos pacientes con antecedentes de cáncer en los que el episodio no se solucione en un periodo de tiempo prudencial.

En resumen, la lumbalgia es una patología muy común que casi todos pasamos alguna vez y ligada en la mayoría de las ocasiones a la evolución natural de la vida. Una vida con hábitos sanos como caminar, evitar ejercicios bruscos y cuidando nuestro peso hará que tengamos menos posibilidades de sufrir lumbalgias.